“Yatichiris, mujeres que enseñan el saber ancestral aymara en jardines infantiles de Junji”
La creación de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi) en 1993; y la posterior promulgación de la Ley Indígena, permitieron colocar sobre la palestra pública la relevancia de los pueblos originarios en Chile, en todas las dimensiones del quehacer social, político y económico del país.
Es así que en las últimas dos décadas, se ha avanzado en procurar espacios de acercamiento social y cultural de la sociedad con los pueblos originarios reconocidos por el Estado. En la región de Tarapacá han sido diversos los esfuerzos por generar esta integración social, considerando que el 24,9 % de la población regional se considera perteneciente a un pueblo originario, según resultados del Censo 2017.
No obstante ello, las barreras culturales aún persisten socialmente, especialmente, ante el flujo migratorio desde los pueblos del interior de la provincia del Tamarugal hacia los centros urbanos de Iquique y Alto Hospicio, lo que ha generado una serie de desigualdades sociales que han fomentado la segregación social, proceso que afecta directamente a que se mantengan vivas la lengua, tradiciones, costumbres y saberes aymaras, como parte de un corolario que define la identidad cultural.
Un hecho claro al respecto es el resultado de la encuesta Casen 2017 para pueblos originarios del Ministerio de Desarrollo Social y la Familia, que estableció a nivel país que el 80,1% de las personas pertenecientes a los pueblos originarios no habla ni entiende su lengua. Mientras que en materia de educación parvularia, la misma encuesta Casen 2017 revela que la tasa de asistencia es de 51,6%. Ambos factores inciden en la formación cognitiva y social de los individuos, quizás ante la falta de pertinencia y raigambre cultural en el proceso formativo.
De ahí la importancia de educar, difundir y fomentar no sólo la lengua originaria, sino también las costumbres y saberes ancestrales que dan forma a la identidad de un pueblo, aspecto que es sustancial en el trabajo que desarrolla un grupo de mujeres aymaras que, en el marco de un convenio entre Junji y Conadi, enseñan la cultura desde la primera infancia en 10 jardines infantiles de Junji en las comunas de Iquique, Alto Hospicio, Huara y Camiña.
Desde una mirada inclusiva, que es parte del sello de la propuesta educativa de calidad de Junji, estas Educadoras de Lengua y Cultura Indígena (Elci) o “Yatichiri” (profesora) permiten que los párvulos aprendan, conozcan, internalicen y desarrollen un conocimiento cabal sobre la cultura aymara, transformándolos no sólo en niños y niñas con una mirada más global y respetuosa de las tradiciones y culturas, sino también en sujetos de derechos, con el fin de reconocer en el otro/a a un par, sin distinciones culturales ni discriminación; proceso que también incide en las familias y comunidad educativa de los educandos.